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lunes, 5 de octubre de 2015

"Ángel de la culpa," conmovedor espectáculo de Marco Antonio de la Parra con dirección de Dora Milea

Un hombre joven semidesnudo ( Walter Bruno) está sentado sobre una cama desordenada, sus hombros caídos en una postura que parece indicar algo trágico. En algún lado de la casa yace un hombre asesinado. Los espectadores no lo ven. El detective (Osmar Núñes) desde un círculo de luz tiene la vista clavada en el joven. Comienza el espectáculo “Ángel de la Culpa” del dramaturgo Marco Antonio de la Parra.
El presunto asesino guarda silencio total hasta tres minutos antes del final cuando primero susurra y luego grita: “¡Era mi padre!” Durante largo e integrantes minutos el silencioso acusado apenas gira su cuerpo o mira de reojo al inspector. Es un acierto del autor y de la directora Dora Milea, pues los espectadores quieren que el joven hable, que reaccione a la catarata de preguntas, insinuaciones y observaciones del detective.
El vestuario, el modo de hablar, su lenguaje y sus movimientos claramente identifican al hombre mayor como el detective, pero su asombroso derrotero de intentos de llegar a la verdad durante más de una hora agrega fuertes dimensiones sociales, psicológicas y filosóficas a la indagación. Entonces, la obra plantea algo que sobrepasa el hecho investigado: No hay una sola verdad, no existe un solo crimen.  
El espectador sospecha que está presente a una especie de policial negro, pero en realidad asoma la historia del acusador. Ayudado con un criterio muy inteligente de dirección, Núñez se mueve alrededor del espacio, acercándose y alejándose de Bruno, grita, gesticula, practica modos de mirar y busca la calma en un círculo de luz. Sus desplazamientos energéticos y cargados parecen simbolizar un volcán a punto de erupción—su interior torturado por su propia culpa.
¿Qué mejor sujeto que el acusado para armar la lluvia tormentosa de cualitativos e insinuaciones que perturban el ambiente? Guardando una pesada y terrible angustia, no responde, se limita a pequeños movimientos, deja mover los labios, mira al piso. ¿Es por miedo? ¿Es realmente el criminal? ¿Por qué no habla? Su silencio provoca. Tanto el inspector como los espectadores quieren que hable, que diga su versión de los hechos.
El trabajo teatral alcanza niveles muy importantes, involucrando los espectadores intensamente en el conflicto—Núñez por su despliegue corporal y vocal y Bruno por recibir expresivamente los dardos en silencio y con el cuerpo quieto. Y con la dirección con estética audaz de Dora Milea el espectáculo logra un vuelo dialéctico: un ángel de la culpa, puede tener también cara de diablo, cada historia tiene su contra. En fin, un ensayo que toca la condición humana.
Dice Marco Antonio De La Parra: “Escribí El Ángel de la culpa” como parte de un tríptico cuyas otras dos partes se convirtieron a su vez en obras independientes. Me atraía el vértigo y la atmósfera de la novela negra. Jugar a identificarse en una suerte de exorcismo donde podamos visitar el lado oculto de la luna, el otro lado de las cosas.”

Funciones: domingos de octubre y noviembre a las 20hs
Teatro Payró: San Martín 766
Informes: 4312-5922
Entradas: $ 140.- General; Est. y Jubilados (con acreditación) $90.-

  
FICHA ARTÍSTICO TÉCNICA DE LA OBRA

AUTOR: Marco Antonio de la Parra
DIRECTORA: Dora Milea
ACTÚAN: Osmar Nuñez y Walter Bruno
ESCENOGRAFÍA Y VESTUARIO: Alejandro Mateo
DISEÑO DE LUCES: Leandra Rodriguez
MUSICA ORIGINAL: Julieta Milea
ASISTENTE DE DIRECCIÓN y PRODUCCIÓN: Andrea Giglio
FOTOS DE ESTUDIO: Akira Patiño
FOTOS DE ESCENA: Mauricio Cáceres
DISEÑO GRÁFICO: Diego Medvedocky/ Javier García
REALIZACIÓN DE ESCENOGRAFÍA: Escudero´s
PRENSA: Simkin & Franco