Mario Benedetti, uruguayo, novelista, poeta, ensayista
es además un maestro del cuento corto; dueño de un estilo poético, punzante y
fresco. Sus historias conmueven, entretienen y revelan con asombrosa comprensión las dolorosas entrañas sociales.
Un buen ejemplo de su escritura es “La vecina orilla,”
cuatro cuentos seleccionados por el propio autor con gran criterio: “El presupuesto,” “Réquiem con tostadas,”
“El fin de la disnea” y “La vecina orilla.” Su clara identidad rioplatense se
saborea en su lenguaje pero los temas trepan hasta la universalidad de la
condición humana: las incontables intrigas en una oficina pública, un viejo borrachín en un contexto de incomunicación familiar, la discriminación que experimenta un hombre que
sufre de disnea, y la apasionante historia de un joven enredado en las
telarañas de la dictadura argentina.
Todos los cuentos en la colección tienen un narrador
que entra y sale de las historias comentando en primera persona y con ironía fina sus desaventuras y los de los demás personajes, una elección exquisita
ya que obliga al lector a una especia de introspección literaria y personal.
“La
vecina orilla,” que lleva
como fecha 1976, cuando las fuerzas armadas tomaron por asalto el poder en
Argentina, es casi una novela corta. El protagonista es un joven de ideas
avanzadas que flirtea con la militancia, siente la necesidad de luchar contra
la represión y cae preso por “boludo,” algo que sucedió a muchas personas en “la
vecina orilla,” pues la dictadura argentina secuestró, sometió a terribles torturas y ejecutó
a alrededor de 30.000 personas.
“Nunca me metí en política, lo confieso. En mi clase
había algunos que no se metían en política porque les gustaba estudiar, y la
política quita tiempo, eso es cierto. Pero a mí no me gusta estudiar…era el
único ejemplar de una especie a punto de extinguirse: la de aquellos que no aman
ni el estudio ni la política.”
Los agentes de la dictadura lo detuvieron “no por las
buenas razones, sino por boludo.” Por dejar rosas rojas en la mesa de la
profesora de la escuela, en protesta por la muerte de una compañera, que le
aplicaron el submarino seco. (Una de las técnicas de interrogación difundidas
por la Escuela de las Américas durante la llamada “Guerra Fría.”) Fue el
protagonista de la historia el acusado por el hecho y por lo tanto fue detenido y torturado.
Los presos muy jóvenes “no hablaban, no confesaban
nada, ni decían los nombres y datos que los otros querían, pero cuando les
aplicaban la maquina gritaban como condenados.” (Otra técnica: aplicaban electricidad
a todas partes del cuerpo de un preso atado a una cama de hierro.) “…me tenían encapuchado…creí
que iba a terminar en la máquina, pero no. Se ve que tenían instrucciones: a
los menores solo piñazos y patadas.”
Sale con vida, anda medio perdido por las calles de
Buenos Aires, se encuentra con algún conocido, trabaja para un editorial de
izquierda hasta que la empresa tiene que desaparecer…en fin…el amor, los
intentos de sobrevivir la represión, la solidaridad de amigos y compañeros…
Mario Benedetti: “La
Vecina Orilla,” editorial Alianza Cien, Madrid, España.