Los anuncios
del presidente electo Mauricio Macri en favor de impulsar El Tratado de Libre
Comercio con la Comunidad Europea y el acercamiento a la Alianza del Pacífico son
claros señales sobre la orientación derechista de su futuro administración y a su orientación hacia políticas de mercado.
La
apertura irrestricta del comercio con un país fuertemente desarrollado siempre
supone una falta de simetría y tiende a favorecer la exportación de productos
industriales fabricados en los países “desarrollados” a cambio de productos
agrícolas y de poca elaboración ofrecidos por los países en la periferia, una
noción resistida por el saliente gobierno de Cristina Kirchner.
El
intento de no aceptar las recetas del Fondo Monetario Internacional y de pagar
la deuda exterior en condiciones más favorables a Argentina mereció fuertes
críticas de parte de la oposición al gobierno Peronista de Kirchner. En vez de
aceptar las políticas de ajuste de la IMF, el gobierno anterior fomentó el
consumo interno y proporcionó ayuda del Estado para los pobres y desocupados.
Independientemente
de los beneficios que tratados como el ALCA pueden significar para el
desarrollo económico, tienden a atar el crecimiento de un país como Argentina a
los conceptos económicos-sociales de globalización y de la sociedad de consumo.
Es decir, refuerza la dependencia de los países en la periferia y los induce a
importar productos industrializados en vez de fomentar sus propias industrias.
Además, introduce los valores de la sociedad de consumo como meta en sí, algo
que tiende a destruir o limitar la posibilidad de desarrollar sociedades
organizadas con otros valores.
Otra
señal de la dirección que piensa tomar Macri aparece en su deseo de separar
Venezuela del Mercosur, algo que ni el centro derechista colombiano Juan Manuel
Santos ha intentado a pesar de las numerosas disputas en la zona de frontera
entre los dos países. Una cláusula del Mercosur sostiene que un país puede ser
separado cuando existe “ruptura del orden constitucional” o cuando no se
verifique “la plena vigencia del orden democrático.” En numerosas ocasiones
Macri ha mostrado su simpatía por líderes de la oposición en Venezuela y Lilian
Tintorí, la esposa del preso venezolano Leopoldo López estuvo presente en los
festejos de Macri y su partido, el PRO.
Si bien
Macri ha declarado su intención de dejar que sigan los juicios a los represores
de la sangrienta Dictadura de 1976, el diario de clara inclinación derechista “La
Nación” publicó un llamativo editorial ayer: “No más venganza” señalando que “ha
llegado la hora de poner las cosas en su lugar.” Habrá que esperar que sectores
de derecha vinculados a la Dictadura realizarán fuertes presiones sobre el
nuevo gobierno, pidiendo “reconciliación” o algún tipo de medida para terminar
con los procesos que hasta han condenado a 522 represores. Argentina es el
único país de América Latina que ha podido llevar a cabo juicios contra
integrantes de los golpes militares que en la década de 1970 sembraron el
continente de secuestros, asesinados y torturados.
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