Está desamparado y solo el hombre, lastrado por varias
relaciones amorosas que no prosperaron, entonces decide escribir un contrato
mediante el cual piensa lograr una convivencia tranquila, sin una relación
íntima, sin afecto. Pone todas las condiciones en el contrato, con todas las clausulas
necesarias para evitar los conflictos, malentendidos y abandonos que parecen
siempre acompañar las relaciones amorosas.
Después de todo el matrimonio es un trato, verdad, en tanto que las relaciones menos formales
siempre se realizan en base a una serie de códigos aceptados mutuamente por la
pareja—códigos no impresos en papel con números y letras—pero acordados a lo
largo de la relación amorosa…hasta el momento del desenlace final.
Entonces: ¿es escandaloso que un hombre jubilado, solo, con fantasías
de muerte, de buenas modalidades, decida redactar un contrato para conseguir
una mujer con la cual pueda establecer una correcta convivencia, sin los
sobresaltos del amor?
Según el director del espectáculo "El Contrato" Jorge Paladino “El 85% de las parejas se
separan.” Entonces, la obra advierte sobre un sistema que aísla a unos de otros
a través de la exaltación del ego en vez de capacitar la personas a aceptar al
otro tal cual es y cuidar la persona amada.
Choca, el planteo, parece insólito. ¿El amor reducido a un
contrato? ¿No será que llegamos a un momento en la vida en la cual prima la
necesidad de tranquilidad y orden? ¿Por qué restringir el amor entre un hombre
y una mujer a la relación íntima? La
mujer que toca la puerta de Javier no sabe bien qué destino le vaticina. Ha
tenido varios “fracasos” amorosos también, tiene hijos y una situación personal
crítica.
El hombre le muestra la casa. Hay una sola cama. Y dónde voy a dormir yo, le pregunta al señor.
¡Qué! ¿En su cama? ¡No! Me voy. ¡No soy una prostituta! Pero después Laura vuelve.
El dueño de casa explica que el contrato no dice nada sobre relaciones
sexuales. Ella tendrá su sueldo—la mitad de la jubilación del hombre—y tendrá sus
deberes y obligaciones tales como se establece legalmente en el contrato.
Ni la mujer ni el hombre deben enamorarse. Pero es justamente lo
que sucede a los dos. Es más, una noche después de unas cuantas copas tienen
relaciones. Como enamorarse viola el contrato Laura decide irse. Pero antes Javier le
da una noticia bomba: luego de su muerte Laura será dueña del departamento.
Igual ella levanta su valija y se va, dejando al hombre solo, meditando la
experiencia. No pudo vencer su miedo.
Es un tipo de actuación muy íntima, pausada, convincente,
especialmente la de María Svartzman. La obra plantea cuestiones que el espectador
tendrá que resolver luego con sus amigos, con su pareja…o con sus almohadas.
Funciones: domingos a las 20 horas en el Teatro La Mueca,
Cabrera 4255, CABA.
Entrada $100, con
descuentos a jubilados y estudiantes a $70. Reservas: 4867 2155.
Ficha técnico artística
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