sábado, 9 de agosto de 2014

Guido Carlotto, el nieto 114 recuperado en Argentina

¿Cuánto tiempo necesita una persona para recuperarse de una situación morbosa? Imposible saber. Guido Ignacio Montaya Carlotto es un joven músico de 35 años, hijo de Laura Estela Carlotto, secuestrada y desaparecida en 1977 durante la sangrienta dictadura militar en Argentina. Hasta pocos días llevaba una vida normal en una municipalidad en la provincia de Buenos Aires, Argentina.  Estaba tocando el piano cuando recibió una llamada. Era de su tía, Claudia Carlotto, titular de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), para contarle el resultado de su análisis genético. Su madre fue secuestrada por la dictadura que ensangrentó al país entre 1976 y 1983.
 Ahora está en el proceso de recuperar su identidad y en una conferencia de prensa trató de organizar sus sensaciones. Todos lo tutearon. Micrófonos y cámaras por todos lados. Abuelas. Bisnietos. Su abuela, Estela Carlotto. Gritos. Voces piden orden amablemente.
Apenas dos días antes supo que su madre lo parió mientras estaba secuestrada. ¿Cómo entender eso? De repente sabía que era hijo de Laura Carlotto y Walmir Oscar Montoya, que nació en el Hospital Militar Central o tal vez en el Penal de Olmos, que los secuestradores lo quitaron de los brazos de su madre apenas horas luego del parto: lo sacaron con una mentira, entregarlo a su familia. Creció en Olavarría con la familia Hurban y se hizo músico.
¿Y el nombre? Ignacio durante 36 años y ahora Guido. Estaba convulsionado. Era el nieto 114, ciento catorce nietos que la dictadura quitó de sus madres secuestradas. Y la búsqueda continua. “Es maravilloso y mágico,” llegó a decir, “que esto que me pasa a mí sirva para potenciar la búsqueda. Que todos entendamos la importancia de cerrar estas heridas.”
Su abuela, Estela Carlotto, es presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo y ha buscado su nieto incansablemente desde el secuestro de su hija. Poco a poco las abuelas y las madres formaron una muralla de protesta y de búsqueda a raíz de las más de 30.000 personas desaparecidas por la dictadura.

En Argentina se ha tomado como un deber buscar y encontrar los hijos de las personas desaparecidas, como también el juicio y castigo a los responsables de semejantes aberraciones. Los militares tomaron el poder con el claro respaldo de sectores económicos y políticos y con la satisfacción de un mundo que todavía hacía división entre comunistas y anti-comunistas, en un mundo bi-polar. La represión si bien obedecía a un plan de liquidar a los rebeldes, colocaba en la misma red negociantes, religiosos, sindicalistas, deportistas, y personas en amplios sectores de la sociedad. El terror se instaló en el poder hasta tal punto que robaron los bebés a las madres presas para entregarles a familias de confianza del régimen.

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