Desde mi ventana veo
flores de otoño,
Las toco y son brasas ardientes,
Cenizas,
polvo, fuego impalpable,
Ardor del
soldado caído en batalla de metales derretidos.
Escucho el barco surcar las olas, navegando hacia mí,
Como si
todo lo que existe fueron tus aromas, tu luz y canto
Y
considero largo tu silencio, largo, temeroso
y oscuro
Cuando
percibo que tu canto de ritmo, color y vida carece.
Iré a la otra lejana orilla a plantar mis raíces hambrientas
de amor
Y levantaré
una flor silvestre a mis labios ardientes de poesía
Y
daré leña a la fogata y te olvidaré, siempre recordándote
Y
moriré abrazado al anillo que por mucho intentar nunca pude sacar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario