Antes de ser elegido presidente de Bolivia, Evo Morales, fue
objeto de toda clase de críticas e insinuaciones en los medios masivos de
comunicación. Ahora la prensa no sabe qué actitud tomar ante el primer
presidente indígena de América Latina. Ayer planteó la necesidad de defender
los fundamentos de los pueblos originarios al inaugurar, junto al secretario
general de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon, la Conferencia Mundial de Pueblos
Indígenas en la sede de la ONU. Dijo el mandatario aymara:
“Los principios
fundamentales del movimiento indígena son: la vida, la Madre Tierra y la paz.
Estos principios son amenazados permanentemente por un sistema, por un modelo:
el sistema capitalista y el modelo de cómo acabar con la vida y con la Madre
Tierra.” Agregó que en su opinión es un imperativo para todos los gobiernos del
mundo avanzar en la superación y erradicación de las condiciones de la extrema
pobreza y la discriminación que sufren todavía los pueblos indígenas.
En Bolivia, históricamente uno de los países más empobrecidos del
continente, la extrema pobreza disminuyó bajo su gobierno del 38 al 18 por ciento.
Opinó que “esta Conferencia Mundial debe ser el punto de partida para definir
acciones colectivas en defensa de la vida para iniciar procesos de
transformación y de cambio a partir de la soberanía y la ciencia de los pueblos
indígenas en directa combinación con la tecnología y el avance científico de
estos tiempos.”
Respondiendo a muchos de sus críticos, afirmó que la revolución
democrática y cultural en su país muestra que los indígenas pueden administrar
un país en el marco del servicio, compromiso y sacrificio a favor de la
población.
“Los gobernantes del mundo
tienen que gobernar obedeciendo a los pueblos y con los pueblos, con los
movimientos sociales. Nuestros pueblos, nuestras naciones, no pueden ser
gobernados por banqueros ni por grandes empresarios o transnacionales”,
enfatizó. Sostuvo también que los recursos naturales deben beneficiar a todos,
por lo que destacó el incremento de la renta petrolera de 300 millones de
dólares registrados en 2005 en Bolivia a los 6000 millones de dólares previstos
para este año.
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